El demonio de Maxwell

marzo 16th, 2013 by mlejarza

(Me) Reconozco a mi padre en el espejo. No es sólo  en el gesto o en la esquina de las sienes. Ya también en el porte, en el aire y hasta en la forma. Me hago mayor. Le leí decir esto nada menos que a García Márquez, aunque en una obra muy menor. Me hago mayor y aún hay más. No veo mucho distinto entre yo poner en el suelo mi ladrillo de poliespán azul y mi yoga-mat rosado y él arrodillándose en el almohadón, aquél, portátil gris; yo hacer mis círculos sufíes y el rezar el rosario; yo girar el torso y el decir amén…No hay mucho distinto entre su coleccionar cintas inservibles de malas versiones de los clásicos y yo tener, mis vinilos abandonados. Entre su excursionar prematinal  y mi pasear muy mañanero. Entre sus palabros inventados y los míos reconstruidos. Entre sus recuerdos silenciados y mis fantaseos abrumados. Entre sus juegos de parecidos razonables y los míos de  sacarle mote a todo prójimo fugaz y aun viceversa. Entre sus croquetas de la tía Filomena y mis naranjas rellenas de la tía Maruja. Entre su “txakurtxu-perrikio-carlín”, sus “apurras” y “pimpilimpausas”  y  también los míos.

Y con todo ello, no me siento copia ni variación armónica  ni contrapunto. Más bien, reconozco: Humanidad en lo humano, unidad en lo diverso y un poco de eterno retorno en el devenir del tiempo. Y conforme voy entendiendo menos voy sintiendo más, justo ahora que me falla de cerca la vista y de lejos, el oído; que la piel se me endurece y se me ablandan, mucho más afectos, el paladar y el olfato.

Justo ahora siento más, justo con menos sentidos.

Justo  que ahora siento más, justo es con menos sentido.

Subidos en el seiscientos antes de la acelerarse la entropía

Es verdad, todo verdad, pero no toda la verdad. Hay, por supuesto, más.

(Me) llego, como siempre, complejamente discordante conmigo mismo. Válgame Dios, qué galimatías; pero es cierto. Con los sentimientos hechos teatro de mil batallas. Quiero sentir cerca a una madre que ya no me tiene, que quizá ni se tiene ya, mas que entre sueños difusos que se le escapan. Y no la tengo, o sí, o yo qué sé. Y no la siento, o sí, o yo qué sé. Y no la veo, o sí o yo qué sé. Ir, sí voy. Verla, sí la veo. Sentirla ser, no sé. No es ella, o sí, o qué se yo.

Por mucha humanidad que la razón conserve, no puede explicarse qué queda cuando su rostro, su mirada, su oído o su conciencia, parecen esquivar cualquier diálogo.

Toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. Y ¿qué es mi madre, ahora, mas que un sueño? Un sueño de dormir, que no de anhelo. Un anhelo de huida hacia el no ser. (Qué sé yo)

No entiendo la alteridad tan amarilla, no entiendo tanta soledad, tan esquiva, no entiendo no ser para seguir siendo. No entiendo ser para no ser, al fin.

Déjame en paz, amor (tirano) por la vida. Déjame en paz, vida (absurda) por amor.

Qué duro va siendo cumplir años: de más ya de cincuenta, veinticinco a un lado, al otro más. Y detrás, por delante: cada vez menos.

 

 

 

La víspera de la demencia

febrero 4th, 2013 by mlejarza

<< Al anochecer sus cuerpos han colapsado y yacen inconscientes, cubiertos por una colcha de tierra. Un fino temblor recorre los dedos del Pequeño, en cuyos pensamientos algo se ha roto definitivamente por el hambre y la sed. Sus pupilas giran en un  carrusel ciego, dibujando un palacio sin orden que celebra la víspera de la demencia. >>

                                Iván Repila : El niño que robó el caballo de Atila

<< El párroco dijo:

-Que Dios te lo pague, sacristana.

El alcalde, que lo era a dedo, se encogió de hombros.

El maestro, cuando lo supo, fue a ver al niño y le sonrió.

A mí me lo vino a contar el pregonero.

-Hay que decírselo al cabo de los civiles -dije.

Y se lo dijeron al cabo y el cabo preguntó:

-¿Quién convida a un café?  >>

Juan  Farias :  A la sombra del maestro

 

Parece que vivimos tiempos de vísperas. Metidos como estamos en lodazales de espanto en los que la sociedad se nos zarandea. Aun así, estamos como aturdidos en  una cantina  de pueblo, sumergidos en la partida del domingo y la algarabía del “mira ese trueno”  y obviando el diluvio que nos cae o el infierno que amenaza abrasarnos como nos alcance el rayo. Con todo, aparentamos  que esos aguaceros quieren escurrirse rápidamente hacia los arroyos sin pena ni gloria y produciendo en nosotros, al huir, la mera preocupación por quién pagará la ronda o quién fue el último seis doble.

Hace unos meses ya fueron vísperas de apocalipsis mayas y eras de acuario, hermanadas al tiempo que maridadas. Hace aún más meses, volvíamos de regreso de las primaveras imposibles y  de las indignancias de soles nocturnos. Hace todavía aún más meses ya nos engañábamos al mirarnos al espejo, fingiendo no ver que nuestros rostros acaparadores de rayitas y sequedades se iban a ver también envueltos en caídas, ajustes, recortes y apretones.

Confieso que en estos meses de antevísperas me dio por subvertir la inercia  imperante de desasosiego, depresión y pesimismo y me dejé atrapar por un renacer de ilusión y locura con su Nietzscheana dosis de amor que la acompaña. Me dejé caer, en suma, en el amor contracorriente de la lucha por la vida con su Nietzscheana dosis de locura.

Pueden llamarlo trastorno bipolar, síndrome maniaco-depresivo  o juego del escondite anímico. Pero me hacía falta correr y saltar y bailar y eso hice hasta desfallecer.

Y ahora ya desfallecido ¿qué queda?: entrar, por fin, en las vísperas. En la víspera final, la víspera de la demencia.

Por fin parece que la cosa empieza a estar clara en su diagnóstico. No es una crisis económica, ni financiera, ni política, ni ética es sólo LA CRISIS .Y como toda crisis es una víspera, víspera de muerte o víspera de curación. Es LA VÍSPERA,  y como en ello nos va la razón, esa razón que tantos siglos nos costó construir(nos) ,es, muy probablemente, la víspera de su pérdida por siempre o la víspera del abismo  de “por nunca” .

Algunas guías de viaje aún podemos consultar: el anaquel, el de siempre, el del buen pensar y mejor sentir, yo aquí cité dos de ellas.

¡Salve!

Para empezar: Me tienta llegar a escribir más de lo que pienso

enero 29th, 2013 by mlejarza

 

“Hola Mundo” es el título que, por defecto, propone la utilidad de  publicación de blogs  de la uv para la primera de nuestras entradas: “Hola mundo” no me gusta   Amén de rimbombante, me resulta un título tan desbordado como la  entusiasta adhesión al blogismo que, en los últimos tiempos, se profesa por doquier, sin excluir la academia, al parecer.

¿Qué es eso que llaman blog, más allá de un tipo particular de publicación web que sólo debe su singularidad  a su pretendido fin? Hacer universal publicación de públicos diarios  íntimos.

Se pretende algo más, por lo visto, ya que hasta se ha creado una particular sintaxis del blog. Y al decir sintaxis: me refiero a la  particular formalización hipertextual,  que desde los inicios de los primeros blogs medianamente populares ha pretendido distanciarse de la habitual libertad “tropical” de las formas hipertextuales: Todo queda o debe quedar ordenado: las entradas, siempre bien fechadas, a un lado; las referencias, a otro; los enlaces, aquí; los videos, fotos  o gráficos, siempre centrales, sustantivos y, al  inicio, a ser posible, de la entrada ajustada.

El marchamo corporativo de la sociedad blogera a la que se pertenece deja poco a la originalidad compositiva del artista, a no ser el propio mensaje: sacralizado por ello a priori, quizá temiendo que  vaya a ser demasiado profano.

Junto con todo esto la opacidad de las utilidades de publicación permite muy pocas variaciones.

Sin embargo, es tentador: lo confieso. Y lo es incluso para los que ya, de tanto ir, casi volvemos en esto del autobús digital. La razón quizá deba buscarla en ese espacio de lo íntimo-público, (digital contradicción) que es  el feliz ramoneo de ideas que, (por desgracia, cada vez menos) comporta la labor universitaria.

Lo cierto es que  con las reformas y contrarreformas, con los pasos y repasos de años y cursos y alumnos (con los gozos y las sombras), los usos y costumbres van haciendo,  poco a poco, que cada vez escribamos menos; incluso menos de lo que pensamos y, por ello, que cada vez incluso pensemos menos; hasta menos de lo que pensamos.

Por ello, (eso quiero creer), y también por curiosidad (científica matrona) manifiesta, que me da por probar y ver cómo calentar neuronas escribiendo bitácoras que presumo nadie leerá. ¡Ea!: Hola Mundo